El sábado pasado fue la conclusión de una semana de espera para
decirle hola a una nueva etapa y realidad en mi vida. El sábado los nervios y
las ansias no me dejaron ni probar bocado. Luego de tanto negarme a ir a sitios
donde el amor no es cuestión de géneros sexuales distintos, ese sábado estaba
decidido a ir y enfrentar mi realidad.
Para ese día se suponía tendría a mi apoyo incondicional conmigo
para apoyarme a dar ese gran paso de salir y ser libre, pero por inconvenientes
ajenos ella no pudo ir, en ese momento me sentí disgustado, solo, sin fuerzas
para lograrlo.
En ese momento de desespero por buscar a alguien que me acompañara
en ese momento tan importante para mí, un primo me llego y me convidó casualmente
a ir al mismo lugar. Acepte sin pensarlo dos veces y entonces ya estaba listo,
solo faltaba que el día llegara.
Cuando llego el día las emociones eran fuertes, las horas del día
largas, pero al final llego la noche, mi noche. Me puse mis botas, llame el
taxi y partimos al centro de la ciudad, donde quedaba el sitio. Al ir en el
carro solo pensaba en que haría si me encontraría a alguien conocido, a un amigo,
o a un familiar, ¿dónde metería la cara para que no me vieran?
Al llegar me encontré con la cola más larga que había visto; no podía
creer todos los gays que habían en esta ciudad; el hacer la cola supondría exponerme
largo rato a la mirada y al juicio de todos los que pasarían por esa calle…pero
ya estaba allí así que solo tome al toro por los cuernos.
Parado en la cola vi rostros conocidos, vecinos, compañeros de
clase, gente que estaba en mi misma condición, pero su reacción fue indistinta,
les daba igual si yo era o no.
La cola corrió rápido, y ya adentro comenzamos a tomar, el juego
de miradas se hizo presente en el sitio, pero las acciones se ausentaron. Eso
me frustro, el hecho de que hombres que me parecían atractivos se fijaran en mí
pero que no hicieran nada para llegarme, me confundió mucho. No sabía si era un
problema en mi o en ellos.
Seguí bebiendo y viviendo el momento, y las horas iban volando.
Nadie se acercaba ni por error, y comencé a ver como otros si tenían éxito ligando,
lo que me desesperaba más, pero hacia todo lo posible por no mostrar tal
desespero.
La noche seguía su rumbo, los cuerpos danzaban al ritmo de la música
y mi frustración era cada vez mayor. Me arme de valor y le llegue a un tipo que
me gustaba, me dijo 3 palabras: si, no, ok. Lo que me dio a entender que no
estaba interesado en mí.
Esto me afecto más, y para no hacerlo notar, bebí para así
relajarme. Lo siguiente que recuerdo es que ya eran las 3:30 am, y ya teníamos que
irnos de la disco, sentía que mi tiempo de cacería había acabado y que en la
red no había ni un solo pez. Mi primo por otra parte tuvo más suerte que yo, el
salió de la mano con otro, él que se suponía era hetero e iba solo para
apoyarme. Ese amigo de mi primo tenía un grupo de amigos, al cual le llegue ya
ebrio y comencé a mantener cualquier conversación de ebriedad; le pregunte si
yo le parecía feo, su respuesta fue un rotundo no, le pregunté que por qué
entonces nadie me prestó atención allá dentro, y me respondió que tenía su atención;
acto seguido, nos besamos en plena plaza una y otra y otra vez. Ese acto lo sentí
como un acto de despecho y de frustración.
Al siguiente día la resaca era de las buenas, y la tristeza y
soledad de las mejores, me sentí muy
decepcionado, al ver que esa noche no fue lo que esperaba. Ese domingo solo quería
dormir para dejar de vivir por un rato, para dejar de pensar.
El lunes gracias a mi amiga (mi fuente de energía), entendí que la
vida continúa, que es una sola y que es hermosa, que hay que seguir adelante
porque hay un largo camino que recorrer y que existirían muchos fines de semana
para volver a lanzar la red al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario