domingo, 12 de octubre de 2014

Mi primera vez

El sábado pasado fue la conclusión de una semana de espera para decirle hola a una nueva etapa y realidad en mi vida. El sábado los nervios y las ansias no me dejaron ni probar bocado. Luego de tanto negarme a ir a sitios donde el amor no es cuestión de géneros sexuales distintos, ese sábado estaba decidido a ir y enfrentar mi realidad.

Para ese día se suponía tendría a mi apoyo incondicional conmigo para apoyarme a dar ese gran paso de salir y ser libre, pero por inconvenientes ajenos ella no pudo ir, en ese momento me sentí disgustado, solo, sin fuerzas para lograrlo.

En ese momento de desespero por buscar a alguien que me acompañara en ese momento tan importante para mí, un primo me llego y me convidó casualmente a ir al mismo lugar. Acepte sin pensarlo dos veces y entonces ya estaba listo, solo faltaba que el día llegara.

Cuando llego el día las emociones eran fuertes, las horas del día largas, pero al final llego la noche, mi noche. Me puse mis botas, llame el taxi y partimos al centro de la ciudad, donde quedaba el sitio. Al ir en el carro solo pensaba en que haría si me encontraría a alguien conocido, a un amigo, o a un familiar, ¿dónde metería la cara para que no me vieran?

Al llegar me encontré con la cola más larga que había visto; no podía creer todos los gays que habían en esta ciudad; el hacer la cola supondría exponerme largo rato a la mirada y al juicio de todos los que pasarían por esa calle…pero ya estaba allí así que solo tome al toro por los cuernos.

Parado en la cola vi rostros conocidos, vecinos, compañeros de clase, gente que estaba en mi misma condición, pero su reacción fue indistinta, les daba igual si yo era o no.
La cola corrió rápido, y ya adentro comenzamos a tomar, el juego de miradas se hizo presente en el sitio, pero las acciones se ausentaron. Eso me frustro, el hecho de que hombres que me parecían atractivos se fijaran en mí pero que no hicieran nada para llegarme, me confundió mucho. No sabía si era un problema en mi o en ellos.
Seguí bebiendo y viviendo el momento, y las horas iban volando. Nadie se acercaba ni por error, y comencé a ver como otros si tenían éxito ligando, lo que me desesperaba más, pero hacia todo lo posible por no mostrar tal desespero.

La noche seguía su rumbo, los cuerpos danzaban al ritmo de la música y mi frustración era cada vez mayor. Me arme de valor y le llegue a un tipo que me gustaba, me dijo 3 palabras: si, no, ok. Lo que me dio a entender que no estaba interesado en mí.

Esto me afecto más, y para no hacerlo notar, bebí para así relajarme. Lo siguiente que recuerdo es que ya eran las 3:30 am, y ya teníamos que irnos de la disco, sentía que mi tiempo de cacería había acabado y que en la red no había ni un solo pez. Mi primo por otra parte tuvo más suerte que yo, el salió de la mano con otro, él que se suponía era hetero e iba solo para apoyarme. Ese amigo de mi primo tenía un grupo de amigos, al cual le llegue ya ebrio y comencé a mantener cualquier conversación de ebriedad; le pregunte si yo le parecía feo, su respuesta fue un rotundo no, le pregunté que por qué entonces nadie me prestó atención allá dentro, y me respondió que tenía su atención; acto seguido, nos besamos en plena plaza una y otra y otra vez. Ese acto lo sentí como un acto de despecho y de frustración.

Al siguiente día la resaca era de las buenas, y la tristeza y soledad  de las mejores, me sentí muy decepcionado, al ver que esa noche no fue lo que esperaba. Ese domingo solo quería dormir para dejar de vivir por un rato, para dejar de pensar.

El lunes gracias a mi amiga (mi fuente de energía), entendí que la vida continúa, que es una sola y que es hermosa, que hay que seguir adelante porque hay un largo camino que recorrer y que existirían muchos fines de semana para volver a lanzar la red al mar.


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