Memorias de una geisha es ese tipo de películas que te hace apreciar tu cultura y tu vida. En ella vemos como una chica con una mirada distinta, lucha por alcanzar su sueño, sin una familia que la apoye, sin nadie a su lado, sin motivos por el cual lograrlo, ella se propone ser una geisha y lo logra. No pensé que esta película tendría un final feliz, pero si lo tuvo ( relativamente feliz).
Me gusto conocer un poco de esta cultura de tierras lejanas y de esas geishas, que lo único que creía saber era que eran prostitutas, lo cual no es así.
La sabiduría de Chiyo me impresiono, como alguien que no había recibido una educación podía expresarse de una forma tan admirable.
La maldad siempre estuvo presente en su vida
El arrepentimiento y la inconformidad en cuanto a la toma de decisiones era visible por parte de Hatsumono, quien día a día pagaba el precio de ser una geisha al no poder amar y ser amada.
La violencia y la injusticia, fueron quienes apadrinaron a esta niña que no tenia razones para vivir.
Entonces llego un momento donde Chiyo conoció lo que era la amabilidad; fue entonces donde se fijo la meta de ser geisha.
Una niña pequeña con mas valor del que creía llena de esperanzas y sueños corrió hacia un templo luego de su encuentro con el presidente (quien fue dueño de su corazón).
Esta niña con vista esperanzada descubrió que sus oraciones fueron contestadas, ¿que no es eso la felicidad?
Este fue el momento donde una parte de Chiyo mermo, y dio paso a una potente geisha; una que danzaba la música emitida por la vida y las circunstancias. En este momento ella supo que sus oraciones fueron escuchadas.
Ese mismo hombre que le había enseñado otra parte del ser humano, esa bondadosa y agradable parte, fue quien robo el corazón de esta ya geisha, quien juro amarlo en secreto pagando así el precio de ser una esposa de la noche. El le enseño acerca de la bondad... después de tanta maldad.
Chiyo me enseño que no siempre la victoria pertenecía al mas poderoso si no a quien la sepa encontrar.
APLAUSOS MILES
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